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La revolución de jugarse la piel
Nassim Taleb es un escritor, matemático y analista financiero de origen libanés nacionalizado estadounidense. Entre algunos de sus libros más destacados está «Jugarse la piel», en el que analiza uno de los males de época: la enorme cantidad de asesores, analistas, ministros y autoridades, que toman medidas que afectan a terceros pero nunca a ellos mismos. Analistas que recomiendan determinada inversión que ellos nunca harían. Ministros que hablan maravillas de una salud pública en la que jamás se atenderían. Autoridades que disponen modificaciones en la educación pública a la que se niegan a mandar a sus hijos. Autores de reformas tributarias que jamás como comerciantes o emprendedores afrontaron el peso de pagar ese enjambre impositivo que generaron.
El concepto del que parte Taleb es sencillo y contundente: «sólo los que se juegan el pellejo están legitimados para tomar decisiones por los demás».
¿Llegamos a imaginarnos lo distinto que sería todo?. Si quien tiene a su cargo arreglar un camino debería transitar por él ¿estaría en el estado actual?. Si el que maneja la política de salud se atendiera en el hospital público ¿estaría como está hoy?. Si el hijo del funcionario a cargo tuviera que ir a la escuela pública ¿tendría la calidad educativa que tiene?. Si el que aprueba presupuestos creando tasas, impuestos y más impuestos tuviera que pagarlos ¿no lo pensaría dos veces?.
Quien sufre un problema conoce matices que otros en el mejor de los casos solamente imaginan. La historia siempre lo ha corroborado: quien lo sufre es el primero en entender por dónde está la salida.
Y como muestra basta un botón: en la reciente negociación del presupuesto de la Provincia de Buenos Aires, la traba parecía estar en que para algunos era necesario y para otros inaceptable semejante nivel de endeudamiento. El transcurso de las negociaciones (en el peor sentido de la palabra) terminaron demostrando que el problema no era endeudar la Provincia a niveles astronómicos: sino que esos fondos fueran repartidos a cambio del voto, que aparecieran cargos que no existían a cambio de más votos, y otros artilugios que están a años luz de una postura económica, política o ideológica. La negociación fue por plata, aunque luego digan que la antipolítica es la encargada de desprestigiar a quienes nos representan. No hace falta, ellos mismos se encargan, a cielo abierto y de manera obscena, de negociar plata que no es de ellos, que no pagarán ellos y que se cargará una vez más a la cuenta de todos los bonaerenses.
Que enorme revolución sería la de conseguir que cuando una autoridad tome una decisión, esa misma persona sea también quien reciba las consecuencias de su propia medida. Lo dice el propio escritor: «El que no arriesga nada con su decisión, ni siquiera debería tener voz».
Fuente: CampoInfo

