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Podemos hablar horas de educación, sacarnos fotos, dar discursos…
pero una cocina de una escuela no puede estar así.
No hoy. No hace años. Nunca.
Esto es sentido común y respeto.
En esta cocina se cocina para chicos chicos.
Trabajan auxiliares.
Se sostiene una parte esencial de la escuela.
Y hace mucho tiempo que esto necesitaba atención.
La educación se defiende con mantenimiento, con inversión, con presencia real.
Porque cuando una cocina está abandonada, el mensaje es claro:
la escuela dejó de ser prioridad.
No alcanza con reaccionar cuando alguien muestra el problema.
Hay que prevenir, recorrer, arreglar antes.
Porque una escuela no puede esperar a que la indignación sea pública para ser cuidada.
Menos discursos.
Más hechos.
Porque la educación se respeta trabajando, no declamando. Espero que en este receso esta cocina, y todas las refacciones necesarias a las escuelas se hagan.

