Cuando el agua se vaya por José Perkins

Loading

Cuando el agua se vaya, volverá el Estado.

Volverá con el SISA, ese sistema de gestión que muchos en el interior califican de esquema de control y apropiación, capaz de quedarse con el 70% de la producción.

Mientras tanto, no pierde tiempo y avanza con la caravana electrónica obligatoria, una herramienta más dentro del andamiaje persecutorio que sigue creciendo sobre el campo.

La evidencia empírica no será considerada.

Intentarán certificar que no hubo monte… sino agua.

El dicho “más vale tarde que nunca” no aplica cuando se trata de la respuesta estatal.

Cuando se quemaron El Bolsón, Mascardi, Cholila, El Cajón y el Lanín, el Estado llegó con toda su fuerza, pero solo para caminar sobre las cenizas.

A tiempo para las fotos, antes de que las lluvias apagaran el fuego.

En las recurrentes inundaciones de la Pampa Húmeda, la escena se repite.

Llegan en helicóptero cuando podrían llegar en tren.

Y sí, en tren, porque las vías no se inundan.

El problema es tan viejo que los ingleses ya lo sabían cuando las construyeron.

El agua, tarde o temprano, se la llevará el sol.

Antes, incluso, que las obras del Salado.

Porque el Plan de Saneamiento de la Cuenca del Salado terminó siendo un plan maestro de destrucción.

Siempre se necesita una causa justa para perpetrar un robo.

El BID puso el dinero.

Los propietarios de los campos pusieron el dinero.

Los habitantes de la provincia pusieron el dinero.

Doña Rosa también puso el dinero.

Pero las obras… no están.

Porque se robaron la plata.

Mandar helicópteros y usar las lágrimas de mi amigo Martín de la Serna pertenece al pasado.

Si el Estado quiere demostrar que está presente, debe hacerlo buscando a los culpables, no repitiendo escenografías vacías.

Porque una vez más, estamos frente a una maniobra multimillonaria y fraudulenta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver Arriba